RECOPILAR HUMOR

Monday, January 29, 2007

El tema del que vengo hablar hoy no son las películas de terror, ysin embargo provoca escalofríos, sudores, sufrimiento, acongoje y,sobre todo,... es para cagarse. Sí, voy a hablar del apretón. Aquel que no lo haya sufrido será unode esos ignorantes que piensa que el peor dolor es el de muelas o eldolor del parto, o el de un tiro en el estómago, o el de un cóliconefrítico, o incluso la tan socorrida patada en los cojones; el quesientes como si te despellejan y te echan sal por encima... sin embargoaquellos de vosotros que lo hayáis sufrido sabéis de lo que hablo, yseguro que se os ponen los pelos como escarpias sólo de pensar quepuede ocurrir de nuevo en cualquier instante. Porque lo peor del apretón es que aparece por sorpresa y entoncessabes que estás perdido. Imaginad, es un sábado por la noche y estás con los amigotes en unlugar de marcha; de repente, sientes que se mueven tus intestinos, unretortijón te hace doblarte de dolor y piensas ingenuamente "este dolorlo soluciono yo con un buen pedo". Y te vas acercando disimuladamentea los altavoces para que la música mitigue el sonido de tu incontenibleventosidad, el local está abarrotado, y como no te puedes aislar delresto, tienes que elegir a una víctima... así que colocas tu espaldajunto al chulo aquel que guiñó el ojo a tu chica,... "Ahí va eso, ¡Mamón!". Y ...¡zas!. Descubres horrorizado que tu pedo no era todo lo etéreo y gaseoso quedeseabas, y tienes la seguridad que esa noche tampoco vas a tener sexo,pero esta vez es porque tú no lo deseas, porque por nada del mundodejarías que tu novia viese el nuevo estampado de tus calzoncillos....y lo peor de todo... sabes que has abierto brecha...... Tu pedo con sorpresa ha dejado el camino expedito (no es pedito) atodo lo que viene detrás. Y esto ya no hay quien lo pare. Y de repentesabes que en tu organismo se ha activado una bomba de relojería y hacomenzado la fatídica cuenta atrás. Inevitablemente va a estallar. DIEZ, NUEVE.... . Te hubiera gustadoestar en un restaurante... o mejor aún ... en tu propia y añoradacasita. Pero la fatalidad ha querido que te encuentres en un bar demarcha, el tiempo es un factor critico y ya no puedes elegir. Te encaminas al baño. Al llegar hay cola.... .SIETE, SEIS.... se tepasa por la cabeza la posibilidad de matarlos a todos. Decides que, alfin y al cabo, eres un hombre y que puedes aguantar un poco más...CINCO... Lloras, gimes, te pones de rodillas y suplicas que te dejenpasar, que es una auténtica urgencia, a vida o mierda. Ignoras sus carcajadas y avanzas hasta conseguir meterte en el únicocubículo que hay en el baño. La puerta carece de cerrojo, pero a tieso ya poco te importa. Estás contento porque hay taza, en lugar de unmísero e inmundo agujero en el suelo. Sin embargo empiezas a fijarte en los detalles. Colocar tu culete sobre las salpicaduras que luce ese inodoro podríaproducirte una úlcera de glúteo, o al menos algún sarpullido. Se teocurre la genialidad de que podrías cubrirla con papel higiénico yentonces descubres, con horror que, efectiva y tristemente, que no haypapel higiénico. Y recuerdas con rabia que el sabio y desinteresadoconsejo de tu madre de llevar un paquete de kleenex en el bolsillo noera tan ridículo como te había parecido hasta ese momento. De repenteaparece un rayo de esperanza cuando recuerdas que guardaste unascuantas servilletas de papel de servilletas del burguer en el bolsillo. ¡Qué tíos más majos esos americanos!. Con razón están en todo elmundo. TRES, DOS ... las colocas rápidamente cubriendo la zona desentado, pero al contacto con la taza las servilletas se disuelven yempiezas a pensar que aquello no es un baño de diseño y que aquelinodoro no fue amarillo en el principio de los tiempos. UNO y... se acabó, no hay más tiempo, te bajas los pantalones conpresteza y desde una distancia razonable en la que tu vello púbico nocorre el riesgo de teñirse de rubio apuntas con rapidez y...CERO. AAAAAAAAAAHhhhhhhh....¡Qué gusto!.... eres feliz, ha sido como unorgasmo. La lástima es que no puedes relajarte y fumar un cigarrillo.Alguien golpea la puerta y la empuja, te das la vuelta para sujetarlacon el culo procurando que tus pantalones no entren en contacto conese suelo hábitat de sapos, culebrillas y seres uni y pluricelularesvarios. Entonces contemplas el terrible panorama. Si Guillemo Tellhubiese tenido la misma puntería con el arco que tú con el culoposiblemente Guillermito, su hijo, el auténtico héroe del cuento,hubiera llevado toda su vida una protuberancia con forma de flecha enla frente. Ya no quedan más servilletas en tus bolsillos. Por cierto, ¡Ya podían fabricar las servilletas más grandes los yankeesesos!. Sólo hay un modo de solucionar aquello.... sacrificar tusgayumbos. Sí, son tus gayumbos de la suerte, pero van a morir en actode valor... . Así que te los quitas, te dispones a arreglar eldesaguisado en la taza y una racha de aire fresco, te recuerda que loprimero es literalmente salvar tu culo. No es que tengas un tarzanito colgando de los pelos, la familianumerosa de Chita cuelga en cada una de tus lianas. Y si no haces algovan a integrarse con tus vaqueros. Así que lo primero es lo primero:Utilizas tu talismán de la suerte para tu higiene personal. Respiras y la situación es la siguiente: la gente llamando a la puerta,la taza coronada con tu obra churrigueresca, tus calzoncillos olorosossujetos entre el pulgar y el índice de tu mano derecha... . Estás francamente sorprendido de tu habilidad para separar los dedosque no hacen la pinza de los gayumbos. Y ya sólo quieres salir huyendo de allí cuanto antes, entoncesarrojas los gayumbos en la taza, tiras de la cadena.... y cuando vesque la taza atascada se va a desbordar sales corriendo de allí sindignarte a mirar a nadie a la cara, agarras a tu perpleja novia con lamano derecha y al salir a la calle sabes que a ese local tampoco vas apoder volver porque la has cagado... mejor dicho... porque lo has cagado.

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